Mucho se ha hablado de la justificación de los diseños gráficos, ese texto con el que acompañamos nuestro trabajo y que explicamos a un cliente mientras estudia detenidamente las imágenes que pueden representar a su empresa o producto durante los próximos años.
Pero no quiero referirme ahora a explicaciones técnicas. Entiendo que las charlas acerca de la mecánica del diseño deben formar parte de los debates internos en los equipos creativos. Si acaso, a veces puede hacerse necesario explicarlo fuera, para resolver dudas o defender determinada opción gráfica frente a un cliente que duda. Tienen que estar ahí, pero no tienen por qué mostrarse.
Quiero hablar de la historia que subyace un diseño. Los mejores resultados de un trabajo son aquellos en los que el cliente se ha implicado de tal manera que te ha hecho sentir perfectamente el espíritu de su compañía de manera que el traslado del mismo al logotipo, web, etc. sea lo más auténtico posible.
Pero la realidad es que a la hora de la verdad, la historia y la creación parten del diseñador. Y obviando las consideraciones técnicas, el resultado final siempre arrastra un proceso creativo y conceptual que hay que contar al receptor del trabajo.
Cuando estás mostrando al cliente el resultado de tu trabajo, estás dándole una historia con la que va a convivir durante un tiempo determinado, a veces muy largo.
Por eso hay que darle una bonita historia que contar, hilar los pensamientos abstractos que nos ha asaltado durante horas con el programa vectorial y dotar con ellos de una personalidad al trabajo. Es necesario que el cliente escuche la historia, le guste y se identifique con ella, pues es muchas veces lo que va a dar sentido a esas novedosas líneas y colores que han llegado para desplazar a ese logotipo inadecuado y perjudicial que llevaba en casa desde hacía 20 años.
Hay que intentar lograr que este sea el tipo de conversación que se produzca cuando nuestro cliente hable de su marca y no estamos presentes.
- ¿Es este el nuevo logotipo que os han diseñado para la marca? Me encanta, me produce muy buenas sensaciones.
- Si, ¿verdad? Pues mira, estos son dos pliegues que simbolizan el…