Al igual que la esencia del trabajo humano podría escenificarse en el cultivo de la tierra, la esencia del trabajo en una agencia de publicidad podría estar en la realización de una campaña creativa clásica. Entendiendo como campaña clásica la elaboración de un mensaje, condensación del mismo en un eslogan / texto publicitario y plasmar todo esto es una gráfica memorable y convincente.
Antes de moverme por el mundo publicitario, yo trabajaba la tierra. Es decir, tenía un trabajo “puro”. Trabajaba el metal. Transportábamos grandes vigas de cientos de kilogramos en pequeños camiones, tomábamos medidas, cortábamos, plegábamos, pero cuando realmente te sentías bien era cuando montabas una pieza final para uso del público masivo.
Entendedme, instalar estructuras de entreplantas, soportes para plataformas y reforzar vallados es muy importante, tanto como prototipar páginas webs, preparar ofertas y estrategias varias. Pero la satisfacción de crear un tejado sobre las gradas de un campo de fútbol bajo el que se resguardarían cientos de personas cada semana o ser el responsable de las barandillas de un teatro que luego usarían los ciudadanos era lo que realmente te hacía sentir como un auténtico metalista.
Cuando “sales a la calle” a dar vida a una campaña, con los fotógrafos, maquilladores y modelos, con toda la agitación de las localizaciones, el atrezo…el hormigueo en el estómago te dice que estás haciendo lo que realmente te gusta. Hay algo especial en encontrarte rodeado de focos y cables, con gente de aquí para allá mientras revisas los bocetos que siguieron a las ideas y ves como poco a poco se van materializando los trazos.
No es algo que se pueda hacer todos los días, pero sin duda es uno de esos momentos que dan sentido al trabajo diario.